En el contexto actual, resulta cada vez más común que la generación de Boric asuma roles parentales, un fenómeno que, aunque pareciera ordinario, refleja cambios profundos en la sociedad. La reproducción, que históricamente se ha visto como un acto natural y esperado, ha tomado un cariz extraordinario en vista de la notable disminución de la natalidad en varias naciones. Este descenso no se atribuye solo a factores económicos, como la creciente dificultad para acceder a la vivienda, sino también a cambios socioculturales que han transformado la percepción de la maternidad y la paternidad en las generaciones más jóvenes.
Desde un enfoque antropológico, la extensión de la adolescencia se ha convertido en un fenómeno asociado a las clases sociales. Mientras que en sectores de bajos ingresos la maternidad temprana puede verse como una puerta a la adultez, en estratos más acomodados, las oportunidades de desarrollo personal se han diversificado. Esto ha llevado a que muchas mujeres elijan posponer la maternidad para enfocarse en sus carreras y aspiraciones personales, lo que a su vez ha generado un debate sobre el impacto de estos cambios en la estructura familiar y las relaciones de pareja.
Por otro lado, la evolución de las dinámicas de pareja también ha sido un tema recurrente en la discusión sobre la baja en la natalidad. La socióloga Eva Iliouz ha señalado que, en la actualidad, la paternidad ha perdido el estatus que alguna vez tuvo en las sociedades tradicionales. Para los hombres heterosexuales, la paternidad no representa el mismo tipo de reconocimiento social que antes, lo que ha generado una disminución en el interés por formar una familia. Esta disonancia se contrapone al deseo de muchas mujeres de tener hijos dentro de una relación estable, creando un desequilibrio en las expectativas y experiencias de ambos géneros.
La reducción de la frecuencia de encuentros sexuales entre jóvenes también se ha vuelto un tema de análisis. La búsqueda de un fortalecimiento del yo y la identidad personal parece haber sustituido el deseo de formar vínculos románticos profundos. En el ámbito del entretenimiento, las narrativas han cambiado: las comedias románticas ahora reflejan conflictos internos más que externos, sugiriendo que las personas se enfrentan a un dilema sobre cómo equilibrar sus propios sueños con las expectativas de una relación. Este cambio cultural, aunque liberador, ha llevado a una serie de ansiedades en las relaciones interpersonales, complicando aún más la formación de familias.
Por último, el panorama global actual, caracterizado por crisis ambientales y socioeconómicas, genera un clima de desconfianza hacia el futuro. En este contexto, la decisión de tener hijos se convierte en un acto cargado de significado, ya que implica un acto de esperanza y resistencia ante la incertidumbre. La política también juega un rol crucial en este debate, ya que las decisiones sobre la maternidad y paternidad se ven influenciadas por la capacidad de las generaciones actuales para realizarse profesional y materialmente. En suma, la decisión de reproducirse no es simplemente un mandato biológico, sino un acto que refleja la convicción de que hay un futuro por construir.