Se estima que actualmente el 62 % de ellos se encuentra en empleos de menor calificación.
Chile cambió. No hay dudas de eso. Así queda claro cuando analizamos los datos que proporciona el Instituto Nacional de Estadísticas (www.ine.cl) y el Departamento de Extranjería y nos damos cuenta de que pasamos de compartir el territorio con unos 490 mil extranjeros a fines de 2014, a hacerlo con más de un millón 250 mil en diciembre de 2018.
En este sentido, cabe destacar que de toda esa población extranjera, un poco menos de la mitad (470 mil) ingresaron a Chile entre abril de 2017 y diciembre de 2018.
La masiva presencia de extranjeros en el territorio nacional plantea tanto para las autoridades, como para los expertos un desafío relevante, pues su incorporación exitosa al mercado laboral podría dar un nuevo impulso al desarrollo económico de la nación.
En este punto, cabe reflexionar sobre las conclusiones entregadas por el Centro Latinoamericano de Políticas Económicas y Sociales de la Universidad Católica (www.clapesuc.cl) en su Informe Laboral de Migrantes, En el documento, que del 100 de los profesionales presentes en el país el 62 % está en empleos de menor calificación.
Las principales razones apuntadas por los extranjeros para explicar esta situación son los engorrosos trámites que deben cumplir para la revalidación de sus títulos profesionales en Chile, así como las dificultades para tramitar sus visas o permisos de trabajo.
Consideraciones del migrante
El informe sobre la población migrante muestra además que en el caso de los profesionales que actualmente ejercen un oficio por debajo de sus capacidades y conocimientos, quienes lideran el subempleo de personas con educación superior completa, son los venezolanos y peruanos, ambos con 74 % de ocupados en empleos de mediana y baja calificación, principalmente comercio y servicios. Les siguen los profesionales colombianos con un 55 % y bolivianos con 53 %.
Además, al analizar la procedencia de los trabajadores ocupados de nacionalidad extranjera en Chile encontramos con que 58.729 personas (35,8%) son de Perú; 21744 personas (13,3 %) pertenecen a Bolivia; 18.758 personas (11,4 %) llegaron al país desde Colombia; 10.505 (6,4%) lo hicieron desde Argentina; 8.307 (5,1 %) de Cuba; 6.146 (3,7 %) de Brasil; 6.032 3,7 % de Ecuador y 33.855 (20,6 %) del resto del país. Esto conforma un país multicultural y multicolor, cuyas tradiciones se han entremezclado y fusionado naturalmente.
En el caso de los empleos de menor calificación, basta echar un rápido vistazo a la oferta laboral de la conocida página Yapo, para darse cuenta que los trabajadores migrantes, especialmente venezolanos y colombianos son bien mirados para la postulación a empleos vinculados a ventas y servicios de distinto tipo.
En efecto, de las 50 últimas ofertas laborales, en el 10 % de ellas se especifica el deseo de que un migrante –siempre que tenga sus papeles en regla y al día- se presente al puesto, con posibilidades ciertas de quedar contratados.
Una explicación para este fenómeno ofrece Ana Cuevas, empresaria y dueña de un minimarket en Antofagasta, quien asegura que siempre contrata a extranjeros por sus características personales. “Los venezolanos y colombianos son alegres y poseen un encanto especial a la hora de convencer a los potenciales clientes”.
En su opinión, el buen manejo del idioma, trato afectuoso y cercano serían otras de las características evaluadas positivamente por los entrevistadores y futuros jefes. “Es un agrado ser bien atendido y las personas siempre vuelven a un negocio o empresa cuando sienten eso” explicó.
Observaciones generales
A juicio de las organizaciones migrantes y políticos de oposición, en el ámbito del ordenamiento estatal, el Gobierno de Sebastián Piñera ha adoptado una posición mucho más estricta e intransigente que sus predecesores. Ello como respuesta al cúmulo de problemas surgidos luego de una década sin que existiese una política migratoria adecuada. En efecto, el proyecto de nueva Ley migratoria que se tramita actualmente en el Senado impide que los turistas llegados al país cambien de categoría migratoria. La exigencia es que una vez llegadas a territorio nacional las personas tramiten su visa de trabajo en su país de origen. Esta medida es controversial, pues desconoce la crisis política que viven naciones de alta migración como Haití y Venezuela, situación que agrega un nuevo obstáculo a sortear por los extranjeros. Los expertos apuntan a que no solo se requiere una nueva ley, sino un sistema jurídico que considere las obligaciones, derechos y oportunidades de los migrantes, garantizándoles también un trato adecuado.
Desde la misma vereda, el libro “Migraciones, un mundo en movimiento” escrito por Claudia Silva, jefa de Estudios del Departamento de Extranjería y Migración, y la licenciada Sofía Montenegro, explica que la migración es un fenómeno que responde no sólo a un impulso natural de las personas, sino también constituye un derecho refrendado por el artículo 13 de la Declaración Universal de Derechos Humanos.
“Todos tenemos derecho a migrar, es decir, a circular libremente y a elegir nuestro lugar de residencia en el territorio de un Estado. Así también, tenemos derecho a entrar o salir de cualquier país, incluyendo el propio”, asegura la autora del texto.