Christopher Landon ha sido un nombre conocido en el cine de terror y comedia gracias a su asociación con Blumhouse Productions, donde ha dejado su huella como guionista y director. Con grandes éxitos como «Feliz Día de tu Muerte», Landon ha definido un estilo particular que combina el humor con el suspense y lo fantásticos. Sin embargo, su última entrega, «La Cita», que se estrena en cines en España el 11 de abril de 2025, marca un giro en su trayectoria, ya que no fue él quien escribió el guión, sino que este fue creado por Jillian Jacobs y Christopher Roach, conocidos por títulos como «Verdad o Reto». Esto ha generado incertidumbre sobre si «La Cita» podrá mantener el carácter distintivo que Landon ha cultivado en trabajos anteriores.
El director ha demostrado una habilidad impresionante para jugar con elementos fantásticos y reírse de clichés del género, pero en «La Cita», este enfoque parece diluirse. La puramente tensión de thriller predomina en lugar de la ligera comedia que suele caracterizar sus películas. Si bien la producción cuenta con su inconfundible estilo visual y técnica, la historia se siente superficial, lo que lleva a que los personajes se queden en un plano unidimensional. La heroína, interpretada por Meghann Fahy, encarna el arquetipo habitual del cine de Landon, pero las decisiones de guion la condenan a una narrativa absurda donde los intentos de profundizar en su carácter se ven frustrados.
En «La Cita», la trama gira en torno a un jugador del llamado género whodunit, donde todos los personajes parecen tener motivos para hacer lo que hacen, pero esta premisa, que podría haber sido emocionante, se ve lastrada por una escasa exploración y desarrollo de los personajes. La interpretación de Brandon Sklenar como el interés romántico revela más interés por la estética que por su autenticidad como personaje, cargando las escenas con un aire artificial que desdibuja la conexión del espectador con la historia. Esto hace que, a pesar de sus buenas intenciones, el filme no logre atrapar al espectador ni generar la intriga esperada.
Los personajes secundarios tampoco contribuyen a mejorar el relato. En su búsqueda de suspense, el guion parece hacer más énfasis en crear personajes repelentes que en ofrecer matices y profundidad. Figuras como el pianista o el camarero buscan aportar toques de humor, pero este se siente forzado y discordante, lo cual es desconcertante en comparación con las películas anteriores de Landon que equilibraban la diversión y el miedo de manera magistral. Este desajuste no solo diluye la esencia de su cine, sino que también afecta la experiencia global, haciendo que la película se sienta como un esfuerzo fallido que no puede conectar con su público objetivo.
El concepto divertido que Landon ha construido a lo largo de su carrera parece invisible en «La Cita», dejando al espectador con una sensación de insatisfacción. Aunque hay aspectos técnicos en la producción que son destacados, como la cinematografía o la dirección estética, estos no son suficientes para rescatar la narración. Un thriller que debería haber colonizado los límites del suspense y el interés emocional queda convertido en un producto olvidable, que, en lugar de invitar a la complicidad, simplemente plantea preguntas sobre su ejecución. En un panorama cinematográfico donde las desconexiones emocionales pueden ser la norma, «La Cita» destaca por su incapacidad de comulgar con el personaje que Landon cultivó con tanto esmero en sus trabajos anteriores.