El estreno de «Los Pecadores» de Ryan Coogler el 16 de abril de 2025 ha reavivado el interés por la rica y compleja historia del blues, especialmente la que rodea al legendario Robert Johnson. La película, protagonizada por Michael B. Jordan, se adentra en la fascinante mitología que envuelve a este músico, conocido por su supuesta venta del alma al diablo a cambio del talento musical. Coogler, en su habitual estilo narrativo que combina lo social y lo fantástico, ofrece al espectador una mirada profunda sobre la cultura afroamericana y sus luchas, en un enfoque que no solo rinde homenaje a la música, sino que también critica el racismo sistemático que ha marcado la historia de Estados Unidos.
El film comienza con un tono de cine criminal situado en la era de la prohibición, donde la narrativa se ilustra a través de las vivencias de una comunidad negra oprimida por las injusticias de la Ley Jim Crow. Coogler utiliza esta ambientación para retratar no solo la vida bajo condiciones adversas, sino también el espíritu indomable de aquellos que encontraron en la música una forma de resistencia y expresión. Esta elección de contexto pone de relieve el compromiso del director con una narrativa socialmente consciente, característica que ha definido su carrera y que en «Los Pecadores» se combina con elementos de horror y musicales, creando una experiencia cinematográfica única.
Aunque «Los Pecadores» no se clasifica como un musical convencional, la música tiene un papel vital en su desarrollo narrativo. La partitura de Ludwig Göransson, junto con la interpretación de Miles Caton como el músico Sammie Moore, enriquecen la historia y permiten a los personajes atravesar dimensiones narrativas que rompen barreras temporales. Este uso de la música no solo aporta un colorido vibrante a la película, sino que también actúa como un vehículo emocional que conecta las luchas personales y colectivas de los personajes, subrayando la relevancia de la música negra como identidad cultural.
Visualmente, la película se presenta como un espectáculo impresionante, gracias a su filmación en IMAX. Coogler emplea técnicas cinematográficas que evocan a maestros del cine contemporáneo, creando un universo visual que acompaña a la narración. Sin embargo, algunos críticos han señalado que ciertas decisiones narrativas, especialmente hacia el clímax, podrían haber dado más fuerza a la historia si se hubieran alineado mejor con el resto de la trama. El giro final, aunque satisfactorio para algunos, ha generado divisiones entre los espectadores, quienes esperaban un desenlace que reflejara más la lucha musical que ha sido el eje del relato.
A pesar de algunas inconsistencias narrativas, «Los Pecadores» se establece como una obra fresca que amalgama la visión artística de Coogler con la faceta comercial del cine. Con un epílogo y secuencias post créditos que logran recuperar el tono inicial, la película se convierte en un homenaje poderoso al legado del blues y a los desafíos de la comunidad afroamericana. Así, Coogler reafirma su lugar en el panorama cinematográfico contemporáneo, un cineasta que no teme explorar las complejidades de su herencia cultural mientras atrae al público a través de un lenguaje visual y sonoro cautivador.