Los pecadores, dirigida por Ryan Coogler, se presenta como un filme vigoroso y divertido que recuerda a las películas de épocas pasadas. Con un planteamiento y desarrollo inicial claramente estimulantes, el filme sin embargo adolece de una tendencia alarmante en el cine contemporáneo: la duración excesiva. En tiempos donde «más es más» se ha convertido en la norma, Coogler parece no encontrar el momento adecuado para concluir su narrativa, resultando en una experiencia que, aunque rica en momentos brillantes, se ve estirada hasta lograr una redundancia innecesaria.
La trama de Los pecadores se desarrolla a lo largo de 24 horas, un marco temporal que, a pesar de su promesa de rapidez, es tratado con una elasticidad narrativa que puede resultar frustrante. La escena del enfrentamiento final entre Stuck y los miembros del KKK parece más bien un ejercicio de catarsis que una decisión narrativa orgánica, lo que lleva a una sensación de falta de dirección en la historia. La introducción de personajes como Hogwood, que solo aparece al inicio, resuena poco al momento del clímax, lo que deja al público expectante pero insatisfecho.
Un aspecto particular del filme es su larga escena poscréditos que evoca la nostalgia de los años 80 y juega con referencias a la estructura de los universos compartidos, como el de Marvel. Sin embargo, esta prolongación de la narrativa no aporta significativamente a la historia central de Los pecadores, dejando al espectador con la sensación de que, al igual que el resto del filme, algunos momentos podrían haberse editado para lograr una mayor contundencia.
Comparando Los pecadores con otros trabajos de Coogler, la película revela deficiencias notables en términos de contención y fuerza. A diferencia de su potente debut en Fruitvale Station, que con su dura crítica social supo capturar la angustia del momento con una duración efectiva de 90 minutos, Los pecadores parece más ambicioso en su intento por mezclar géneros y estéticas sin encontrar su equilibrio, lo que lo aleja de la solidez mostrada en Creed, una historia que logró combinar drama y acción de forma magistral.
Sin embargo, no todo en Los pecadores es negativo. La producción está enriquecida con elementos visuales y sonoros vibrantes. Con una mezcla de géneros que abarca desde el blues hasta el góspel, los momentos de belleza cinematográfica y referencias históricas crean un entorno atractivo que invita a la reflexión. La película logra sumergir al espectador en una experiencia visual y musical que celebra la cultura afroamericana, poniendo en relieve temas de importancia histórica. A pesar de sus fallos narrativos, la película deja claro que hay magia en cada fotograma.