La situación en Panamá se intensificó este lunes cuando la Policía Nacional arremetió violentamente contra manifestantes que se oponen a la reforma de la Caja de Seguro Social (CSS) y a la creciente injerencia militar de Estados Unidos en el país. La protesta pacífica, que se llevaba a cabo frente a la Universidad de Panamá, fue reprimida con el uso de bombas lacrimógenas y balines de polvo irritante, disparados directamente a la cara de estudiantes, docentes y comunicadores que se manifestaban contra la polémica Ley 462, promovida por el gobierno panameño. Esta legislación tiene como objetivo modificar el funcionamiento de la CSS, abriendo la puerta a su privatización y generando preocupación por las futuras pensiones de los trabajadores panameños, que podrían condenarlos a recibir jubilaciones insuficientes.
El ambiente en el lugar de la protesta evidenció la brutalidad policial, ya que los comunicadores presentes denunciaron que los disparos se efectuaron sin que existiera un bloqueo de vías, desmintiendo así la versión oficial que alegaba que la protesta se había tornada violenta. Según testimonios de testigos, los manifestantes apenas ocupaban un espacio en la calle, permitiendo que el tránsito fluyera con normalidad. Sin embargo, la intervención policial fue contundente, lo que generó un aumento en la tensión y preocupación entre los asistentes.
Durante esta jornada de protesta, más de 70 docentes fueron detenidos, un número alarmante que recuerda los más de 500 arrestos ocurridos en manifestaciones similares en febrero pasado. Esta represión ha llevado a una creciente indignación en la comunidad educativa y en la sociedad civil, que ven como el gobierno busca silenciar la disidencia en lugar de dialogar sobre las demandas populares. Las condiciones que enfrentan los educadores se convierten en un foco de desafío hacia una administración que opta por la represión en lugar de buscar soluciones pacíficas.
En medio de este clima de tensión social, la ministra de Educación de Panamá ha advertido que se retendrán los salarios a los docentes que no regresen a las aulas de inmediato, lo que podría profundizar aún más el conflicto. Las protestas se han replicado en al menos siete provincias del país, reflejando un creciente rechazo ciudadano no solo a las reformas del sistema de seguridad social, sino también a la firma reciente de un Memorándum de Entendimiento con Estados Unidos, que permitiría la instalación de bases militares norteamericanas en suelo panameño.
Las organizaciones sociales, gremios docentes y estudiantes han exigido al gobierno la reactivación de un sistema solidario y de reparto en lugar del individualista que se propone, argumentando que este último solo beneficia a grandes intereses económicos. A pesar de que el Ejecutivo ha calificado los cuestionamientos como «inciertos», no ha ofrecido respuestas claras a las demandas del pueblo. La creciente presencia de Estados Unidos en Panamá es vista por muchos como una amenaza a la soberanía nacional y una concesión inaceptable de territorio, lo que ha exacerbado el sentimiento de protesta entre los panameños.