El mercado peruano se ha convertido en un terreno complicado para muchas empresas extranjeras, especialmente para las estadounidenses que intentan establecerse en el país. Las particularidades culturales, las preferencias de los consumidores y la competencia local son solo algunos de los factores que han llevado a varias marcas a retirarse. A pesar de la promesa inicial de crecimiento, estos negocios han enfrentado desafíos que no supieron manejar, lo que ha resultado en fracasos notorios. En este contexto, es esencial examinar tres ejemplos emblemáticos que ilustran las dificultades que enfrentaron y las lecciones que se pueden aprender de sus experiencias.
Una de las historias más llamativas es la de Hard Rock Café, que llegó a Perú en 1997 con grandes expectativas de ofrecer una experiencia de entretenimiento única. Sin embargo, en 2001 tuvo que cerrar sus puertas debido a una notable caída en la afluencia de clientes y a la incapacidad de adaptar su oferta al gusto local. Aunque la marca intentó regresar en 2012, la competencia feroz y la falta de innovación en su propuesta gastronómica llevaron a un nuevo cierre en 2019. Este caso resalta la importancia de la adaptación cultural y la necesidad de una estrategia de marketing que se alinee con las preferencias locales.
Otro ejemplo significativo es el de Forever 21, una cadena de moda que hizo su debut en Perú en 2014. Al principio, logró captar la atención del público joven, pero pronto se encontró compitiendo con gigantes como Zara y H&M. La crisis económica que afectó el poder adquisitivo de los peruanos, sumada a la pandemia de COVID-19, complicó aún más su situación. En 2024, Forever 21 se vio obligada a cerrar sus operaciones, lo que evidencia cómo incluso las marcas más populares pueden sucumbir ante condiciones adversas si no logran adaptarse a las realidades del mercado.
Krispy Kreme, por su parte, llegó al país en 2004 con la esperanza de conquistar a los peruanos con sus famosas donas. Sin embargo, la falta de una cultura de consumo de donas y la fuerte competencia de franquicias como Dunkin’ Donuts resultaron ser obstáculos insuperables. Además, la percepción de sus productos como indulgentes y poco saludables impactó negativamente en su aceptación entre los consumidores. En 2012, la marca decidió cerrar sus tiendas en Perú, una decisión que subraya la importancia de entender el mercado local y las preferencias de los consumidores antes de realizar una inversión significativa.
Estos tres casos ponen de relieve la complejidad del mercado peruano y cómo las marcas estadounidenses que no logran conectar con la cultura y las expectativas del consumidor local corren el riesgo de fracasar. La experiencia de Hard Rock Café, Forever 21 y Krispy Kreme demuestra que las empresas deben investigar y comprender profundamente el entorno en el que desean operar. La clave para el éxito en Perú no radica solo en ofrecer un producto, sino en hacerlo de una manera que resuene con la identidad cultural y los hábitos de consumo de la población.