En un esfuerzo por mejorar el acceso al agua potable en Baja California, la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) y el Gobierno estatal han anunciado la construcción de una planta desaladora en Rosarito. Este ambicioso proyecto, que representará una inversión de 12 mil millones de pesos, busca garantizar los suministros de agua para las comunidades de Tijuana y Playas de Rosarito, áreas que han enfrentado problemas crónicos de desabasto. La firma del convenio entre la gobernadora Marina del Pilar Ávila Olmeda y el director de CONAGUA, Efraín Morales López, es un paso significativo hacia el cumplimiento de los objetivos del Plan Nacional Hídrico 2024–2030.
El Plan Nacional Hídrico 2024–2030 se presenta como un proyecto integral para abordar los desafíos hídricos en diversas regiones de México. En este contexto, la construcción de la planta desaladora se plantea como una solución estructural a los problemas de abastecimiento que históricamente han afectado a la población de la región noroeste. «La transformación empieza cuando el agua deja de ser promesa y se convierte en derecho», afirmó la gobernadora Ávila Olmeda, enfatizando la importancia de esta infraestructura no solo como un recurso, sino como un derecho fundamental para todos los ciudadanos.
La planta desaladora de Rosarito no solo ofrecerá una alternativa viable al agua proveniente del río Colorado, que actualmente se encuentra en el centro de tensiones por el agua entre México y Estados Unidos, sino que también se espera que mejore la calidad de vida de miles de habitantes. La inversión conjunta de los gobiernos federal y estatal destaca la necesidad de iniciativas que fortalezcan la soberanía hídrica y reduzcan la dependencia de fuentes externas, garantizando así un suministro constante de agua potable para las familias bajacalifornianas.
El desarrollo del proyecto se llevará a cabo en varias etapas, donde CONAGUA se encargará de la construcción de la planta y el gobierno estatal se encargará de la infraestructura necesaria para la distribución del agua a las comunidades locales. Este enfoque colaborativo es fundamental para el éxito del proyecto, ya que asegura que tanto la producción como el suministro de agua sean eficientes y sostenibles. La planta no solo abordará el problema del desabasto, sino que fomentará políticas públicas progresistas que priorizan el bienestar social y el cuidado del medio ambiente.
La construcción de la planta desaladora en Rosarito se sitúa en un contexto de creciente preocupación por la seguridad hídrica en México. La escasez de agua a menudo ha llevado a conflictos locales y ha planteado serias preocupaciones sobre el futuro de las comunidades afectadas. Con la implementación de esta nueva infraestructura, se espera que Baja California esté en una mejor posición para enfrentar los retos hídrico-ambientales del siglo XXI, proporcionando un acceso más equitativo al agua potable y destacando el compromiso del gobierno mexicano con la sostenibilidad y el desarrollo social.
















