El puerto marítimo de San Antonio, ubicado en la región de Valparaíso, está experimentando una modernización significativa en su molo de abrigo, una infraestructura construida en 1912 durante el gobierno de Ramón Barros Luco. Esta actualización se lleva a cabo en respuesta a las crecientes marejadas que han afectado las costas chilenas en los últimos años. El ingeniero Matías Erenchun, encargado de supervisar la obra, ha destacado la importancia de esta renovación, ya que el aumento del nivel del mar y el incremento en la intensidad de las olas han puesto en riesgo las operaciones portuarias. La nueva estructura, que alcanzará más de 11 metros de altura y se extenderá por más de 800 metros, se espera que esté completa para el año 2026, mejorando así la seguridad y eficiencia del puerto.
Las marejadas anormales han tenido un impacto significativo en la operatividad del puerto de San Antonio, que es el principal puerto de Chile y uno de los más importantes de Latinoamérica. En años recientes, como en 2023, se ha reportado que las operaciones del puerto se paralizan hasta el 13% del tiempo debido a condiciones climáticas adversas. Aunque se logró un avance en 2022 con un 91,8% de operatividad, el gerente general de la empresa portuaria, Ramón Castañeda, ha expresado su deseo de alcanzar un 95% de disponibilidad. Para ello, se están realizando inversiones de más de 10 millones de dólares en la renovación del molo de abrigo, un esfuerzo que forma parte de un proceso más amplio de adaptación al cambio climático.
La ubicación estratégica del puerto de San Antonio, cerca de Santiago, lo convierte en el principal punto de movilización de contenedores en Chile, con una capacidad operativa actual de 2,5 millones de contenedores. Sin embargo, las interrupciones debido a marejadas han repercutido en las navieras, causando demoras en la recepción y despacho de cargas. En 2024, el puerto transfirió más de 23 millones de toneladas de carga, pero los efectos del mal tiempo continúan siendo un desafío constante, afectando no solo la eficiencia operativa sino también la competitividad del puerto en el mercado latinoamericano.
Las marejadas, que se posicionan como el tercer desastre natural más dañino en Chile, han mostrado un aumento notable en su frecuencia e intensidad en los últimos años. Según un estudio liderado por Patricio Winckler, académico de la Universidad de Valparaíso, se ha evidenciado un incremento en estos fenómenos desde 1980 hasta 2015, atribuido en gran parte al cambio climático. Este aumento en la actividad de marejadas indica la necesidad urgente de adaptar las infraestructuras costeras y portuarias para mitigar sus efectos y proteger a las comunidades y economías locales.
A pesar de que las marejadas son más comunes en invierno, los trabajadores del puerto de San Antonio han comenzado a adaptarse a la imprevisibilidad de estos fenómenos, que pueden ocurrir en cualquier época del año. El ingeniero José Aldunate, responsable de construcción y proyectos en el puerto, ha enfatizado la necesidad de estar preparados, señalando que la naturaleza es impredecible y que, en la actualidad, ningún pronóstico puede garantizar cuándo ocurrirán las marejadas. Esta realidad subraya la importancia de la modernización del puerto y la inversión en infraestructura resiliente, que no solo protegerá las operaciones portuarias, sino que también asegurará el bienestar de quienes dependen de estas actividades.