La forma en la que utilizamos los espacios hoy no es algo aislado, sino que el resultado de una evolución histórica que responde al cambio de necesidades y nacimiento de nuevos estilos.
Sin duda alguna, el elemento central del dormitorio es la cama, la que fue durante siglos una pieza de arquitectura, que, en occidente y para los más acomodados, partió no sólo siendo un lugar para descansar, sino también que el espacio en donde se tomaban decisiones respecto a asuntos de estado.
El término “hacer la cama”, se refiere literalmente al acomodo de un saco de heno u hojarasca, para pasar la noche en una superficie más blanda y alejada de la humedad. Durante mucho tiempo, los habitantes de una misma casa compartían dormitorio, incluso con extraños, debido a las precarias condiciones de seguridad y calefacción existentes y a las tradiciones de la época.
El dormitorio como lo conocemos hoy, nace gracias a la aparición del concepto de intimidad (el que no lleva mucho presente en nuestra cultura). Todas las ideas que tenemos del dormitorio y *la cama* las hemos obtenido a través de las imágenes de pinturas y grabados y las costumbres orientadas al uso de estos espacios se han interpretado mediante la literatura.
Historia de los dormitorios
En la antigua Roma, los dormitorios más espaciosos se dividían en lugares pequeños con tapices y cortinas. Estos espacios pequeños eran llamados alcobas y siempre se guardaba uno para las visitas.
A partir del siglo XV, los muebles comenzaron a aumentar en número y sofisticación, tomando la decoración, de la mano con la funcionalidad, un papel fundamental en las decisiones mobiliarias.
El acceso a textiles, aún escaso y disponible sólo para los más acomodados, se transforma en ícono decorativo en cortinas y ropaje de cama.
Hasta el siglo XVII, se acostumbraba hacer la vida casi completa alrededor de la cama. Así por ejemplo, el día siguiente a una boda, la novia permanecía en cama todo el día, recibiendo visitas y felicitaciones. La importancia de la cama pronto fue mutando con la presencia de sofás y divanes. Ya en el siglo XVIII, las costumbres cambiarían radicalmente y con ellas, la vida en el dormitorio.
Este cambio de costumbres trajo consigo una obsesión por ocultar las camas. En este momento nace el concepto de “cama nido” y las camas plegables, que permiten disponibilizar el espacio de la cama cuando no se está utilizando.
Hasta finales del siglo XVIII, aún no encontremos presente el concepto de intimidad, por lo que no se consideraba inmoral o incómodo compartir la habitación o incluso la cama con un desconocido.
Dormitorios desde el siglo XIX a la actualidad
Poco a poco, ya en el siglo XIX y ya instaurado la idea de intimidad, se comienzan a llevar a cabo todo tipo de soluciones que permitieran cumplir con la nueva necesidad de privacidad, desde lo que conocemos hoy como paneles orientales hasta láminas separadoras y persianas improvisadas de diferentes materiales.
Un problema que aún existía en las habitaciones del siglo XIX, era la ventilación. Complicados artilugios nacían para solucionar el tema pendiente sin necesidad de abrir las ventanas, para no estropear las cortinas que eran símbolo de estatus.
Ya en el siglo XX, los diseños vanguardistas de la década del 20 pasaron sin mucha popularidad por la sociedad de la época. No fue hasta más tarde, en dónde los nombres como Ler Corbusier y Mies Van der Rohe adquieren peso y reconocimiento basado en su principal aporte a la evolución del mueble: la simplificación y la ligereza.
Actualmente, la vida y funciones del dormitorio han tomado otros y más variados matices. El trabajo en cama o el desayuno familiar de sábado son actividades recurrentes hoy en nuestras habitaciones.
Para lograr sacarle el máximo provecho a tu lugar de descanso, trata, en la medida de lo posible, de no tener televisión y no estar hasta muy tarde en conexión a tus miles de pantallas. La buena iluminación hará parte importante del trabajo, una lámpara de pie o mesa con movilidad al lado de tu cama servirá para tus noches de insomnio sin que tengas que despertar a tu pareja por tu necesidad de leer.
Unas cortinas enrollables ayudarán a la correcta entrada de luz durante el día y el perfecto bloqueo en la noche.
Aprovecha de disfrutar tus espacios lo que más puedas y crea tus propias reglas. Una de las mejores cosas que tenemos actualmente es la posibilidad de crear nuestras propias costumbres y tradiciones sin que nadie pueda opinar al respecto.