En este sentido, hacer un balance del estado de la contaminación del aire en Chile no es para nada trabajo fácil y todos los estratos sociales se ve afectados en mayor o menor grado a raíz de esta problemática.
Las últimas estadísticas publicadas por la Organización Mundial de la Salud posicionaron a varias ciudades chilenas como las más contaminadas de américa, entre las que podemos encontrar a Coyhaique de primero puesto y seguido por Temuco, Andacollo, Padre las Casas, Osorno y Rancagua.
Las causas de estas desfavorables condiciones ambientales proceden de diversos lugares, pero señalando a la sociedad como principales culpables. El crecimiento del mercado automotriz, el funcionamiento de las calderas industriales, el uso de leña o combustibles fósiles como calefacción y la constante despreocupación de las personas son factores influyentes muy poderosos en esta situación.
Así mismo, las comunidades que habitan territorios con características morfológicas que de por si impiden la buena ventilación son las que se han visto mayormente y presentan condiciones críticas.
La acción preventiva de contaminación del aire requiere de grandes inversiones que en el caso de algunas ciudades no se ha producido, como sucede en Los Ángeles donde ya tres gobiernos consecutivos han lucha por la aceptación y seguida aplicación de un plan de descontaminación para la ciudad.
Como esta, se ven afectadas muchas otras ciudades por el tema económico y de conciencia social, llegando a naturalizar este fenómeno y considerar la opción de sancionar a quienes enciendan una estufa o leña, una medida poco acertada para zonas con tan bajas temperaturas.
Bajo toda esta polémica y propuestas contradictorias, la antropóloga de la Universidad de Chile, Anahí Urquiza, ha planteado que la contaminación del aire también responde a factores de segregación social ya que la menor capacidad de aislación de viviendas obliga a estas familias a encender sus chimeneas para lograr calentar sus hogares en días tan fríos.
Siguiendo esta premisa, la experta agregó que las políticas públicas y los planes de descontaminación deben tener presente el concepto de pobreza energética que vincula factores socioeconómicos, con las condiciones de calefacción y ahorro de energía.
Sin embargo, este panorama se ve lejano considerando que todavía existen muchas ciudades en el país que ni siquiera han podido resolver el problema relacionado a la utilización de energías limpias para la calefaccionar los hogares y locales públicos.
En este sentido, Chile se encuentra alejado de formar parte de las discusiones de eficiencia y equidad sobre la comodidad que se presentan en los países desarrollados debido a que existe incluso mucha incapacidad de llegar a aplicar planes de descontaminación enfocados en los territorios.
Ahora bien, es importante reconocer que las características morfológicas del país favorecen en cierto modo la propagación de contaminación de aire y generación de smog. De hecho, las ciudades con mayor índice de contaminación presentan características similares: cuencas rodeadas de cerros que permiten la concentración del aire contaminado en un mismo espacio.
Entre tantas consideraciones que han hecho para descubrir los factores que inciden en la contaminación ambiental, también se ha evaluado la inversión térmica durante el invierno planteando que por la noche la tierra se enfría y el aire cercano al suelo (que debería ser el más caliente) también provocando que las emisiones provocadas a estas horas permanezcan con el aire frío abajo y generando el aumento e la concentración.
Esta teoría fue explicada por un físico de la Universidad de Santiago, Ernesto Gramsch, y que sin duda las autoridades del medio ambiente están manejando con la intención de aportar soluciones convenientes para cada ciudad basándose en sus condiciones y necesidades medioambientales en las temporadas más frías del año.