El primer ministro de Canadá, Mark Carney, ha convocado a elecciones anticipadas para el próximo 28 de abril, una decisión que llega en un momento de creciente tensión política y comercial con Estados Unidos. Esta medida surge a raíz de la situación inestable generada por las políticas proteccionistas del presidente Donald Trump, quien ha amenazado con imponer aranceles aún más severos a productos canadienses y ha cuestionado la soberanía de Canadá. Carney considera que estas acciones representan una «amenaza directa» no solo a la economía, sino también a la identidad nacional del país, lo que ha motivado la urgencia de adelantar los comicios previstos originalmente para octubre.
En el marco de esta contienda electoral, los principales temas girarán en torno a cómo se debe responder a la agresiva guerra comercial iniciada por Trump. Con un Partido Liberal que ha enfrentado caídas en popularidad debido a escándalos internos, Carney busca capitalizar el sentimiento nacionalista que resuena con gran fuerza entre los canadienses. La estrategia de su campaña se centrará en reafirmar la soberanía del país y la unidad nacional en respuesta a las amenazas externas, apelando a un mensaje de resistencia que busca revitalizar la base de apoyo liberal.
El clima electoral se complica aún más con la presencia del líder del Partido Conservador, Pierre Poilievre, quien se posiciona como el principal rival de Carney en esta contienda. A pesar de que su partido estaba mejor posicionado para las elecciones de 2025, las tensiones con Estados Unidos han alterado el panorama político. Poilievre deberá navegar críticas por su cercanía con figuras conservadoras de EE.UU., a la vez que intenta demostrar una postura firme ante las políticas de Trump, enfatizando la necesidad de que el presidente estadounidense respete la soberanía canadiense y actúe de manera justa en la relación comercial.
Carney también ha prometido recortes de impuestos para la clase media como parte de su propuesta durante la campaña, buscando aliviar el impacto económico que las políticas de Trump han tenido en los hogares canadienses. Su enfoque se ha movido hacia una agenda más centrada, evitando extremos y tratando de atraer tanto a votantes liberales tradicionales como a electores moderados que buscan soluciones prácticas en medio de la incertidumbre económica. La eliminación del impuesto al carbono también se ha mencionado como un elemento clave para equilibrar su plataforma.
Las elecciones del 28 de abril se presentan, por lo tanto, como una batalla crucial no solo por el control del Parlamento, sino también por la definición de la identidad canadiense en un contexto global cada vez más desafiante. Con una creciente presión económica y un rival estadounidense imponente, tanto los Liberales como los Conservadores deberán demostrar su capacidad para ofrecer una visión sólida que resuene con las preocupaciones de los canadienses sobre el futuro del comercio y la independencia nacional.