Óscar Muñoz es el joven detrás de este emprendimiento y cuenta que la iniciativa surgió por un ramo de la universidad, le planteó la idea a su profesor, pero este no tenía fe de que fuera a funcionar, pero hoy en día ofrece trabajo a múltiples personas en una empresa que ya lleva más de 8 años en funcionamiento.
Los vasos fabricados tienen diseño y personalidad única, son muy originales y dan un toque particular a este proyecto. “Queremos demostrar que el vidrio no es basura” es la premisa en la que se basan para hacer andar este proyecto, al menos así lo declaró Muñoz.
¿Cómo surgió la idea de Green Glass?
“Todo comenzó en el año 2009, cuando entré a estudiar ingeniería comercial. En un ramo de emprendimiento teníamos que crear una empresa y en este proceso, casualmente, un amigo me pidió, si podía cortarle una botella para que quedara como un vaso. Esta petición no tuvo nada que ver con el ramo en verdad.”
¿Existe alguna razón en particular por la que tu amigo te pidió eso?
“La verdad sí. Mis padres son artesanos en vidrio y cuando era niño trabajaba puliendo y pintando vidrio. Contaba con un par de herramientas para poder hacerlo, pero no eran para nada las ideales. Lo hacía con una galleta para cortar cerámica, casi tan fino como cortar una botella con una piedra. Después de lijar y pulir muy bien el vaso ya estaba listo pero muy chueco. De igual forma, a mi amigo le encantó y me trajo más botellas. Justo otro amigo notó la situación y dijo ‘Oh, deberías venderlos’ allí fue cuando hice la conexión con el ramo de emprendimiento y se lo propuse a mi grupo, pero no les gustó la idea. Dijeron que a nadie le interesaría. Incluso el profesor llegó a decirme que no era un emprendedor, que mis ideas no eran buena y me faltaba proactividad y que lo más probable era que reprobara el ramo.”
¿Luego que hiciste?
“Al final del semestre un amigo me llamó para preguntarme porque no había ido más a clases y me propuso unirme a su grupo. El convenció al profesor para que me diera otra oportunidad. Le mostré los vasos a mi amigo y así empezó todo, nos metíamos en los restaurantes a sacar las botellas que botaban, cada vaso lo podíamos vender en $2.000 o $3.000 pesos. Estuvimos todo el verano en eso, pasamos el ramo con la mejor calificación, hasta el profesor y mi antiguo grupo compraron vasos. Luego me fui de esa universidad.”
¿Cómo fueron los inicios?
Aunque empezamos hace 8 años, Green Glass tomó más fuerza cuando salí de la universidad. La verdad es que los primeros 5 años fueron difíciles, vendíamos muy poco.
Para el 2008, con la crisis financiera, la empresa de mi familia empezó a decrecer al igual que nuestra situación económica. Vendimos la mitad de la casa y de tener 40 empleados y hasta 7 tiendas, las cerraron todas y el equipo se redujo a 4. No podíamos sostener la estructura que existía, corríamos con muchas deudas que hasta hoy pagamos. Pero fue lo mejor que me pudo haber pasado. A 18 años empecé a ser una persona independiente de mis padres en lo económico gracias a Green Glass.
Pero igual fue bastante frustrante, porque vendía 200 mil pesos al mes y con eso tenía que pagarme la universidad, comer, comprar las botellas, pagar a nuestro trabajador y vivir.
¿Cómo es el trabajo con los proveedores?
Al principio el sistema de recolección era simple. Me metía a la basura de todos los hoteles, restaurantes y discos. A la mayoría no le importaba lo que hacíamos. Ni que nos metiéramos a su basura.
Actualmente, nuestros proveedores son dos centros de reciclaje, uno ubicado en La Cisterna que trabaja con recicladores y sus carritos y otro en Molina, que trabaja con los residuos de las Viñas.