¿Sabes que los xerojardines consumen solo una cuarta parte del riego tradicional? Acá te contamos qué tienes que saber para sacar el máximo partido a tu jardín y ahorrar agua con esta técnica.
Cuando pensamos en diseñar un jardín, de inmediato creemos que debe estar cubierto de pasto, con árboles, plantas exuberantes y muchas flores.
Si decimos que vamos a construir un jardín con bajo consumo de agua, se nos viene a la mente cactus, suculentas y otras especies semidesérticas.
Pero un jardín con bajo consumo de agua no necesariamente tiene que ser monótono y de colores grises. Para esto existe la xerojardinería.
La xerojardinería se basa en el concepto de la sostenibilidad. Son jardines que están diseñados para utilizar poca agua, donde cualquier planta puede existir si tiene los cuidados adecuados.
La idea nació en los años 80 en Estados Unidos. Colorado enfrentaba una sequía y sus autoridades decidieron cambiar la manera en que mantenían las áreas verdes para ahorrar agua.
¿Se puede aplicar la xerojardinería en cualquier jardín? Por supuesto, solo debes tener en cuenta ciertos elementos importantes.
Utiliza especies nativas
Un jardín que se diseña con esta técnica, utilizando criterios de uso eficiente de agua consumirá una cuarta parte del agua de riego que se gasta normalmente.
Una de las razones de esto es que por lo general compramos especies que no son autóctonas de nuestro país y que no están adaptadas a nuestro clima.
La primera sugerencia para diseñar un xerojardín es mantener especies nativas, ya que éstas han evolucionado en nuestro terreno y saben exactamente cuánta agua necesitan.
Por ejemplo, el diseño de plazas y parques en Chile se relaciona más con un estilo europeo porque incluye césped y especies extranjeras. A principios del siglo XX tener un jardín así se consideraba también un símbolo de estatus.
Pero la sequía que atraviesa el país nos podría llevar a volver a utilizar estas especies en lugares públicos, porque llevan miles de años desarrollándose y están acostumbradas a nuestro clima semidesértico.
Diseña por zonas
Una vez que escogiste qué especies utilizar, planifica dónde ubicarlas según sus necesidades de riego. Por ejemplo, no deberías poner rosas cerca de un romero: las primeras necesitan mucha agua, mientras que la segunda no necesita tanto riego.
Puedes dividir el jardín en zonas: una con consumo alto de agua, medio y bajo, así sabrás dónde debes concentrar el riego. Tu zona de alto consumo debe ser la más pequeña.
Para evitar la evaporación, instala sombras protectoras para tus plantas que más consumen agua. Puede ser un árbol, un toldo o una pérgola.
El viento también contribuye al consumo rápido del agua. Utiliza paneles de mimbre plantas trepadoras o mallas de plástico para proteger tu jardín.
Una alternativa más estética son los jardines verticales artificiales de la Empresa Instagreen. Son paneles de follaje de plástico que imitan una masa verde, pero no requieren riego.
Mejora el suelo
Si conoces bien el suelo de tu jardín, sabrás cuánto riego necesita y qué especies plantar.
Puedes medir el pH del suelo para saber qué plantas podrían adaptarse mejor. Si es arcilloso, arenoso o tiene demasiada materia orgánica. Estas condiciones se pueden corregir fácilmente aportando los nutrientes necesarios.
Por ejemplo, los suelos arcillosos y arenosos necesitan compost. Y cuando un suelo tiene demasiada materia orgánica o es muy compacto, se le agrega arena, la cual sirve para drenar mejor el agua.
Con un análisis de suelo puedes saber si es más salino o falto de nutrientes minerales. Esto es esencial para sacarle el máximo provecho y que tu jardín logre prosperar con éxito.
Como ves, mejorar tu jardín y consumir menos agua es posible con algunos cambios. Considera la xerojardinería y aprende más sobre eficiencia energética sin que tu jardín pierda su belleza.