En un giro escalofriante de los acontecimientos, Pakistán asumió la responsabilidad de múltiples ataques contra instalaciones militares en India, en un contexto de creciente tensión entre ambos países. Las Fuerzas Armadas de Pakistán informaron que, como parte de la «Operación Bunyanun Marsoos», se llevaron a cabo exitosos ataques que, según ellos, resultaron en la destrucción de un almacén de misiles BrahMos en Amritsar, así como de la Base Aérea de Udhampur y el aeródromo de Pathankot. Estos puntos estratégicos se encuentran en regiones cercanas a la frontera de ambos países, aumentando aún más la inquietud sobre un posible conflicto armado.
El anuncio de Pakistán se produce justo un par de días después de que se reportara un ataque indio contra posiciones de su ejército, lo que subraya la considerable volatilidad de la situación. El ministro de Información de Pakistán, Attaullah Tar, afirmó en la red social X que las fuerzas paquistaníes habían interceptado con éxito dicho ataque, aunque hasta el momento India no ha ofrecido comentarios oficiales al respecto. Este silencio podría interpretarse como parte de una estrategia para gestionar la crisis y evitar una escalada de la misma.
Las declaraciones del ejército paquistaní han sido recibidas con escepticismo internacional, pues se enmarca en un contexto histórico de rivalidad entre India y Pakistán. Desde la Guerra de Kargil en 1999, este es uno de los episodios más críticos en sus relaciones; ambos países poseen armas nucleares, lo que vuelve al asunto aún más delicado. La comunidad internacional ha instado a la moderación, temiendo que un conflicto a gran escala podría tener efectos devastadores no solo para las naciones involucradas, sino para la región en su conjunto.
Por otro lado, el impacto de estos ataques podría tener repercusiones significativas en la política interna de ambos países. En Pakistán, el gobierno podría utilizar esta victoria militar como un medio para fortalecer su base, mientras que en India, la respuesta ante estos ataques podría provocar un aumento de la presión sobre el gobierno para reaccionar enérgicamente. Las dinámicas políticas, unidas a la retórica nacionalista, podrían llevar a ambos lados hacia una peligrosa escalada.
A medida que la situación se desarrolla, el mundo observa con atención, preguntándose si este conflicto puede resolverse a través del diálogo o si el camino hacia una mayor confrontación está marcado. Los analistas advierten que la falta de comunicación y una escalada de las acciones militares son señales alarmantes, que podrían culminar en un conflicto armado que no solo afectaría a India y Pakistán, sino que también desestabilizaría a toda la región del sur de Asia.